Cuando una pareja tiene un bebé lo primero que se pregunta es "¿fue niño o niña?".
Pero ¿qué ocurre cuando la biología, la apariencia y la crianza no coinciden?
Ese fue un caso que ocurrió en los años 1960, que terminó en tragedia. Los gemelos Bruce y Brian Reimer eran dos niños perfectamente normales que nacieron en Canadá, pero a los siete meses de nacidos ambos comenzaron a presentar dificultades para orinar.
Siguiendo un consejo médico, sus padres, Janet y Ron, llevaron a los niños al hospital para someterlos a una circuncisión. Pero a la mañana siguiente recibieron una devastadora llamada telefónica. Bruce había sufrido un accidente. Los médicos habían utilizado una aguja cauterizadora en lugar de un bisturí, y el equipo eléctrico había tenido un problema que provocó un aumento en la corriente que quemó por completo el pene de Bruce.
"No podría comprender lo que estaba escuchando", recuerda Janet Reimer.
"Creí que iban a utilizar un cuchillo. No sabía porqué habían utilizado electricidad".
La operación de Brian fue cancelada y los Reimer llevaron a sus hijos a casa.
Experimento ideal
Pasaron varios meses y los Reimer no tenían idea de qué hacer, hasta que conocieron a un hombre que cambiaría su vida, y la de los gemelos, para siempre. Era el doctor John Money un psicólogo especializado en cambios de género. El experto creía que no es tanto la biología la que determina si somos mujeres u hombres, sino la forma como somos criados.
Janet Reimer llevó a Bruce a Baltimore para consultar al doctor Money. Para el experto, el caso presentaba la posibilidad de un experimento ideal: un niño que él pensaba que debía ser criado como el género opuesto, y que incluso contaba con su propio grupo de control, un gemelo idéntico.
Si su teoría se confirmaba sería evidencia irrefutable de que la crianza podía invalidar a la biología. Además, el doctor Money creía realmente que Bruce tenía mejores posibilidades de ser feliz como mujer que como un hombre sin pene.
Así que Bruce, a los 17 meses de edad, se convirtió en Brenda. Y cuatro meses más tarde se llevó a cabo la primera fase quirúrgica de su tratamiento, una castración. El experto subrayó que, si querían que el cambio de género funcionara, los padres nunca debían decirle a Brenda ni a su hermano gemelo que había nacido siendo niño.
Así que para seguir su progreso el caso fue bautizado como John/Joan. Y la identidad de Brenda fue mantenida en secreto.
En una de esas sesiones anuales el doctor Money grabó que "la niña tiene muchas características de 'marimacho', una abundante energía física y un alto nivel de actividad y rebeldía. Y a menudo es la que domina en un grupo de niñas".
Para 1975, cuando los niños tenían 9 años, el doctor Money publicó un estudio detallando sus observaciones. El experimento, dijo, había sido un éxito total.
"Nadie más sabe que Brenda es la niña cuyo caso están leyendo en los medios. Su conducta es tan normal como la de cualquier niña y difiere claramente de la forma masculina como se comporta su hermano gemelo". "No hay ninguna señal que provoque sacar conjeturas contrarias", expresó el especialista.
Sin embargo, cuando Brenda alcanzó la pubertad a los 13 años comenzó a mostrar sentimientos suicidas. "Pude ver que Brenda no era feliz como niña", recuerda Janet. "Era muy rebelde. Era muy masculina y no lograba persuadirla de que hiciera algo femenino. Brenda casi no tuvo amigos durante su infancia. Todos se burlaban de ella y la llamaban la mujer cavernícola". "Era una niña muy, muy sola", agrega.
Ante esta situación los padres de Brenda optaron por no seguir consultando al doctor Money.
Poco después hicieron algo que el psicólogo les había advertido que no hicieran: le dijeron a la niña que había nacido siendo niño. Semanas después Brenda eligió volverse David. Fue sometido a cirugía reconstructiva y eventualmente se casó. Aunque no pudo tener hijos, fue el feliz padrastro de los tres hijos de su esposa.
Final trágico
Pero David no sabía que había sido inmortalizado en el mundo académico y científico como el protagonista del caso de John/Joan para reasignación de género.
Pero David no sabía que había sido inmortalizado en el mundo académico y científico como el protagonista del caso de John/Joan para reasignación de género.
Y cuando se enteró no podía creer que se le presentara como un "caso exitoso" en los libros de texto médicos y psicológicos que lo ponían como ejemplo en los protocolos para tratar a hermafroditas y a personas que habían perdido el pene.
Cuando cumplió 30 años David sufrió una crisis de depresión. Perdió su trabajo y se separó de su esposa.
En 2002 su hermano murió a causa de una sobredosis. Y dos años más tarde, cuando David tenía 38 años, la policía le informó a Janet y Ron que su hijo se había suicidado.
Los casos como el de John/Joan -en donde un accidente fue la raíz del problema- son muy raros. Pero cuando se presenta un caso de los llamados "trastornos de desarrollo sexual" se deben tomar muchas decisiones sobre si se debe criar a un niño como hombre o mujer.
"Ahora contamos con equipos multidisciplinarios bien entrenados, con varios profesionales involucrados, para poder tomar esa decisión", explica la doctora Polly Carmichael, experta del Hospital Great Ormond Street, en Londres.
"Y los padres también están muy involucrados en este proceso de decisión".
Según la experta, gracias a este proceso se ha ayudado a varios niños a crecer de forma exitosa para tener una vida feliz y satisfecha.
"Una de las mejores cosas de trabajar con niños es que estos tienen una increíble capacidad de recuperación", dice la doctora Carmichael.
"Cada vez me sorprende la forma como, con apoyo, los niños son capaces de luchar y enfrentar sus problemas".
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