(Río Gallegos, 1950 - El Calafate, 2010) Político argentino, presidente de la República entre 2003 y 2007. Néstor Carlos Kirchner Ostoic nació en Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz (Patagonia), el 25 de febrero de 1950, hijo de Néstor Carlos, descendiente de inmigrantes alemanes y funcionario de Correos, y de María Ostoic, de una familia de origen croata instalada en Punta Arenas (Chile).
Miembro de la Juventud Peronista, estudió derecho en la Universidad Nacional de La Plata y en 1975 se casó con la también militante justicialista Cristina Fernández. Ambos formaron parte de la corriente izquierdista que apoyó a los Montoneros en los años turbulentos que precedieron al golpe de estado militar que derrocó a la presidenta María Estela Martínez de Perón.
Néstor Kirchner
En 1976 recibió el título de abogado y regresó a Río Gallegos para ejercer la profesión, junto con su esposa, en un gabinete jurídico. Funcionario de la administración de la provincia de Santa Cruz, a fines de 1983 fue designado presidente de la Caja de Previsión Social de Río Gallegos. Durante los siete años tenebrosos de dictadura militar (1976-1983) se mantuvo aparentemente alejado de la política, aunque fue encarcelado en una ocasión por motivos que no especifica su biografía oficial.
Carrera hacia la presidencia
El presidente Eduardo Duhalde se decantó explícitamente por Kirchner como candidato peronista y logró que el congreso del partido aprobara su estrategia de suspender la elección primaria y trasladar la liza de todos los aspirantes a la misma elección presidencial. Una maniobra destinada a impedir que Menem se alzara con la candidatura, pese al fallo de un juez federal con competencia electoral que prohibió la reforma de los estatutos del Partido Justicialista.
En sus proclamas electorales, Kirchner se presentó como adalid del ala izquierda del peronismo, reformista sin ambages y resuelto adversario del sistema neoliberal de sus predecesores. También prometió mantener en el cargo al ministro de Economía, Roberto Lavagna, al que se atribuía la ligera mejoría económica de los primeros meses de 2003.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el 27 de abril, el gobernador de Santa Cruz quedó en segundo lugar, con el 22% de los votos, detrás del también peronista Carlos Saúl Menem, que logró el 24%. Tras los de la provincia de Santa Cruz (60%), Kirchner obtuvo sus mejores resultados en la provincia de Buenos Aires (40 % de la población), gracias al apoyo decidido del presidente Duhalde y del poderoso aparato del justicialismo.
Ante unas encuestas que le eran muy desfavorables, Menem anunció el 14 de mayo su retirada de la carrera presidencial, lo que decidió la inmediata proclamación de Kirchner como presidente electo. La teatral capitulación de Menem, al abortar el proceso electoral, no sólo perjudicó la legitimidad del nuevo jefe de Estado sino que amenazó las instituciones democráticas ya duramente afectadas por la violenta revuelta popular, alentada por los peronistas, que derrocó ilegalmente al gobierno del radical Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.
Antes de tomar posesión, el nuevo presidente visitó Brasilia y Santiago de Chile, donde obtuvo el respaldo de los presidentes Lula da Silva y Ricardo Lagos, respectivamente, para lograr la recuperación económica continental con una base social de centroizquierda. En su discurso de investidura, Kirchner reafirmó el papel central del Estado en el desarrollo económico, prometió una lucha «implacable» contra la corrupción y abogó por un reforzamiento del Mercado Común del Sur (Mercosur), que asocia a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
La presidencia de Kirchner
Días antes de prestar juramento como presidente, Kirchner dio a conocer su cartera ministerial, en la cual mantuvo a cuatro ministros del anterior gobierno, entre ellos al titular de economía Roberto Lavagna, e incluyó a políticos de su absoluta confianza, en su mayoría justicialistas y algunos independientes. El nuevo equipo destacaba por un denominador común en su composición: políticos jóvenes (entre 43 y 53 años), ajenos a los círculos de poder tradicionales y portadores de una visión de Estado lejana al neoconservadurismo que había gobernado al país en los últimos años.
La herencia que Kirchner recibió el 25 de mayo de 2003 fue una deuda que ascendía a 178.000 millones de dólares y uno de los índices de paro, pobreza y marginación social más altos de la historia argentina. Sin embargo, desde el primer momento encaró con decisión la compleja situación del país e impuso un ritmo tan vertiginoso a las medidas iniciales que tomó que los medios de comunicación hablaron del "efecto" o del "estilo K". El nuevo presidente, ante los graves problemas sociales, políticos y económicos, se fijó como prioridades la vigencia de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y la revisión de las políticas económicas neoliberales, que habían contribuido a la ruina del país y el empobrecimiento de millones de argentinos.
Con el presidente brasileño Lula da Silva
En el plano interno su estrategia de gobierno se basó en el proyecto "transversal", consistente en alianzas extrapartidarias con dirigentes políticos a fin de combatir el caudillismo y los reinos de taifas del viejo peronismo, y en la afirmación de las instituciones del Estado y de la autoridad civil. En este sentido, apenas investido, hizo valer sus prerrogativas presidenciales y destituyó a decenas de generales, almirantes y brigadieres involucrados con la guerra sucia y los reemplazó por oficiales "comprometidos con el futuro". Otro tanto hizo en la policía federal y los servicios secretos, la SIDE, al tiempo que alentaba al Congreso a agilizar el proceso político contra los jueces corruptos de la Corte Suprema.
Progresivamente el país fue recuperando su pulso vital, aunque las cuestiones más espinosas que debía seguir tratando el gobierno de Kirchner estaban vinculadas con la deuda externa. Ante las draconianas exigencias del FMI, el presidente argentino respondió con inusitada firmeza logrando que este organismo y el G-15 reconocieran su tesis de que no habría pago de la deuda sin desarrollo. Al mismo tiempo, Kirchner emprendió una política exterior independiente de las directrices estadounidenses restableciendo relaciones con Cuba, negándose a enviar tropas a Irak sin mandato favorable de la ONU y oponiéndose a la política de Estados Unidos de subsidios agrícolas, así como a su pretensión de extender el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) al continente y de que se les otorgase inmunidad diplomática a sus militares en territorio argentino.
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