Las elecciones municipales y regionales del año pasado no solo pasarán a la historia por la demora de los organismos electorales en dar los resultados finales en la ciudad capitalina, sino, por la confirmación de la tendencia que venía dándose hace varios años atrás respecto a la cada vez menor presencia de los partidos políticos nacionales en los espacios locales y regionales del país. En efecto, a pesar que los analistas políticos han resaltado la derrota electoral del partido de gobierno, es cierto también que ningún partido nacional se salva de verse afectado por estos resultados. Esto no es algo que nos alegre, por el contrario, porque afecta no solo a nuestro casi inexistente sistema de partidos, sino, a la gobernabilidad en los espacios locales y a la construcción de representaciones que expresen intereses agregados y no individuales, universales y no particulares. Para redondear lo expuesto, veamos lo siguiente.
El sistema de partidos políticos es importante para un país como el nuestro, más aún que nos encontramos en un proceso de crecimiento económico y se requiere de fuerzas políticas que expresen intereses colectivos, que pueden negociar e integrarse en el Estado como demandas estructuradas de sectores sociales. Eso le permite al país avanzar en la gobernabilidad en el sentido que las representaciones políticas pueden expresarse y lograr acuerdos para que los diversos sectores sociales no se sientan marginados o excluidos.
De otro lado, los resultados de las elecciones pasadas nos expresan una tendencia que se refleja en las elecciones venideras – a pesar de la relativa autonomía de los dos procesos electorales – donde tenemos una explosión de candidaturas presidenciales, sino, a la vez de listas confeccionadas con el criterio de la participación en ellas de los que mejor aportaron a la candidatura, claro ejemplo de ello es el Partido Solidaridad Nacional. Eso es muy peligroso, pero lo que es más grave es que por el lado de los partidos políticos que se conciben como nacionales no exista una autocrítica clara al respecto a cómo no son capaces de sintonizar con la población, sobre todo en las regiones, que su comportamiento sigue alejando al ciudadano común y corriente de participar como ciudadano activo y como militante de una representación política.
Las lecciones de estas elecciones pasadas nos indican que las que tienen que cambiar son las organizaciones nacionales que intentan representar a individuos y colectivos que tienen que esforzarse no solo de recoger las demandas de la población que cada vez son más segregadas y complejas, sino, a la vez constituirse como organización que garantice que los que participan desarrollen carreras al interior y que el ciudadano los perciba como expresión de una representación real ósea a quiénes se les puede delegar su representación.
Artículo publicado en el: Diario Los Andes
Artículo publicado en el: Diario Los Andes
0 comentarios:
Publicar un comentario